Al reportero y a su progenitor, quien es profesor universitario, los ruletearon al menos dos horas antes de llevarlos a la comandancia en el municipio San Francisco. A Égward Salcedo, periodista deportivo de La Verdad, y a su papá Cenys Salcedo, los detuvo ayer en la mañana la Guardia del Pueblo en el conjunto residencial Villa Delicias. Los golpearon y los lanzaron a la carretera
Por Ana Karolina Mendoza / La Verdad
La indignación por la violación de los derechos humanos y constitucionales enardeció ayer en la mañana a Egward Salcedo, periodista deportivo del diario La Verdad. El sonido del agua, cayendo en la bañera, no le impidió escuchar los gritos de sus vecinos y las sirenas de las patrullas. Se puso la franela de la Vinotinto, se asomó al balcón de su apartamento y vio como una barricada verde oliva y vinotinto, combinada con azul marino se le venía encima a las veintenas de hombres, mujeres y niños que manifestaban afuera del conjunto residencial Villa Delicias.
"Lo único que agarraré fue mi carné de periodista". Bajó y salió hasta la carretera. "No pueden irrumpir en la propiedad privada. No disparen que hay niños". Fue el gritó que predispuso a un puñado de militares que debía cumplir una orden expresa: espantar a los manifestantes a como diera lugar.
Cenys Salcedo, fue uno de los blancos de los funcionarios. "Mi padre, por su instinto de periodista, comenzó a filmar". Que quedaran registros de los improperios, los maltratos y los disparos que hacían de izquierda a derecha, de arriba a abajo, los alebrestó. Al profesor universitario le quitaron la camisa y, a empujones, lo lanzaron al pavimento. "Me volteé y vi que lo estaban golpeando. Me quité mi carné de periodista y me puse en la piel del hijo. Lo abrazo y me separan de él, ahorcándome". Un cachazo en la cien izquierda fue el nockout que lo hizo caer en la carretera. Quedó en shock, pero sintió que lo arrastraron. Las heridas en los brazos y codos, que hoy amanecieron con costras, son las evidencias del maltrato que sufrió por parte de Douglas Indriago La Rosa, jefe del comando Sur de la Guardia del Pueblo.
"Suéltenlo, suéltenlo que él es periodista" fue la única frase que distinguió entre el bullicio. A padre e hijo los metieron casi cargados en una patrulla de la Policía regional. "Los oficiales se quedaron locos. Me dijeron: 'pero si vos no hiciste nada'". Entretanto recibían la orden: "¡Arranca, arranca! Dale pa'l Core 3".
Los metieron en una sala con otros 19 manifestantes que apresaron el miércoles en la noche y ayer en la madrugada. A padre e hijo los esposaron con las muñecas cruzadas y los fotografiaron de espalda. Los otros "presos" reconocieron a Egward. Entre ellos estaba Wilfredo Cadremy, un reportero independiente.
Pasaron unos 10 minutos. Eran las 9.15 de la mañana. "'Los vamos a llevar al mismo sitio donde los arrestaron, escuché. Pensé que nos iban a soltar". Les dieron dos vueltas a Villa Delicias e hicieron el trasbordo a una unidad militar. A los Salcedo los montaron a empujones en la maleta. Los ruletearon al menos una hora. Atravesaron la Circunvalación 2. Y Egward se asustó en silencio. Imaginó su cadáver y el de su padre en El Palotal o en los terrenos contiguos a la vía hacia el Aeropuerto La Chinita o en la vía a La Cañada.
Los llevaron al Comando Norte de la Guardia Nacional que funciona en las instalaciones de la extinta Cárcel Nacional de Maracaibo. Percibieron el olor a carne humana descompuesta por dos horas y luego los enviaron al comando Sur. "Los guardias nos miraban con su mirada pesada, como amedrentándonos".
Los sacaron y los llevaron al comando Sur. Los uniformados los metieron en una oficina con aire acondicionado. A la 1.00 de la tarde les sirvieron pollo con arroz y ensalada en el comedor. Diecisiete minutos después se les vió entrar de nuevo a la dirección. Cinco horas más tarde atravesaron la puerta gris de dos metros de alto por uno y medio que da a la salida. Quedaron en libertad.
Egward y su papá no pasaron la noche en un calabozo ni los presentaron hoy ante un Tribunal. "¿Qué hubiese pasado si el que cae preso es un civil y no un periodista?", se preguntó el reportero de futbol. En el calabozo quedaron otros manifestantes. Ciudadanos con légitimo derecho a la protesta.
Peloteo
De Egward y Cenys Salcedo no daban rastro. Los jefes de los organismos de seguridad ciudadana y militares en Zulia no sabían dónde los tenían detenidos. Manuel Graterol, jefe del comando regional 3, informó que estaban en el comando Sur de la Guardia del Pueblo. El director, Douglas Indriago de La Rosa, lo reiteró: "No sabíamos que teníamos retenidos a dos periodistas". Él fue quien dirigió el operativo en Villa Delicias, a pesar de que no era su jurisdicción.
El mejor oficio del mundo
Egward Salcedo no despegó su carné de periodista de los vidrios de las patrullas. Quienes vieron el rectángulo azul de letras blancas y amarillas se dieron cuenta que era reportero de La Verdad. Uno de los manifestantes, colega de Salcedo, lo reconoció mientras lo agredían en Villa Delicias. Con disimulo registró al escena que luego difundió por Instagram. Otra evidencia más de la represión contra los periodistas.
En la mira internacional
La detención arbitraria de los Salcedo le dolió a los organismos que protegen el ejercicio periodístico en Venezuela y alertó a la prensa internacional. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), Espacio Público, el Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys), Caracol Televisión (Colombia), diario El Clarín (de Argentina) y la Asociación de Periodistas Venezolanos en el Extranjero (Apevex) manifestaron su solidaridad y apoyo a los comunicadores sociales.
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