Al igual que muchos líderes de la historia universal, adquirió popularidad a finales del siglo XX a través de la fórmula discursiva más antigua que existe: la promesa de la reivindicación social y el desarrollo del país.
El politólogo Ricardo Sucre, especializado en psicología social, señaló que este tipo de discursos captan, infaliblemente, a una población descontenta e insatisfecha que responsabiliza al gobierno de sus penurias. Por ello, los discursos populistas, cargados con altas dosis de emocionalidad, influyen en los ciudadanos.
Sucre define a Chávez como un líder carismático. En esta categoría los presidentes se caracterizan por entrar al poder en épocas difíciles para la nación. Este fue el caso del ex mandatario. “Chávez apareció en un momento en el que la sociedad venezolana vivía una crisis (económica, social y política) (...) La gente sentía que no tenían horizontes, que no había futuro, que los partidos políticos no estaban respondiendo. Una situación parecida a la de ahora”,
El psiquiatra estadounidense Jerrold M. Post, fundador del Centro para el Análisis de la Personalidad y la Conducta Política, publicó en 2007 un análisis psicológico sobre el ex mandatario, titulado El fenómeno Chávez. Post lo cataloga como un “experto manipulador político, dotado de una habilidad maquiavélica, y “un narcisista consumado”.
El fundador del PSUV, quien se caracterizó por tener un estilo político estridente, se dio a conocer ante el mundo por sus discursos violentos e indignantes contra sus adversarios, señala el estudio.
A pesar de estar muerto, el barinés sigue siendo la figura esencial del actual “chavismo sin Chávez”, lo que motiva e inspira a sus seguidores a través del tiempo, como si se tratase de una deidad. Entonces, ¿cómo Chávez logró calar profundamente en el corazón de quienes lo acompañaron desde un principio? y ¿cuál fue su estrategia?
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Estrategia discursiva y consolidación del chavismo
Hugo Chávez llegó en una Venezuela descontenta, con ciertas dificultades en el ámbito social, lo que aprovechó para poner en práctica la estrategia más común de los políticos venezolanos tras la caída de Marco Pérez Jiménez: el populismo.
“Claramente fue un populista, pues privilegió la distribución del ingreso y no la producción de riquezas. Eso es un rasgo fundamental de los populistas”, señaló el sociólogo Ramón Piñango.
A juicio de la socióloga Colette Capriles, el líder abrió su camino destacando la delimitación de los estratos sociales en Venezuela: los pobres versus las clases media y alta. Esto impulsó a que gran parte de la clase baja —la predominante— se sintiera identificada con el chavismo y que generara un resentimiento hacia las clases más acomodadas, las cuales, evidentemente, —en su mayoría— rechazaron el nuevo proceso que se gestaba desde Miraflores. “Chávez empezó a construir su camino a partir de la ruptura entre el pueblo y las élites, es decir, la lucha de clases”, explicó la especialista.
Chávez en su discurso fue enfático al expresar su orgullo por ser mestizo y de origen humilde, lo que, según diversas interpretaciones, no tiene como intención acabar con los complejos raciales y clasistas, sino cambiar las perspectivas. “La intención no sería luchar por una auténtica igualdad entre ricos y pobres, negros y blancos, sino mantener las diferencias y recordar las humillaciones históricas que han recibido los pobres y los mestizos”.
Piñango, por su parte, recordó la célebre frase de Hugo Chávez: “Ser rico es malo”. Opinó que una premisa como esta jamás podría significar un deseo de verdadera igualdad social. “Chávez hablaba de la justicia pero con venganza”, agregó.
Expertos opinan que probablemente la figura del ex presidente se mantiene porque Venezuela no ha tenido figuras de liderazgo distintas. "El país ha tenido otros líderes y siempre se ha mantenido el ideal del hombre que habla gritado y se muestra fuerte. Eso gusta al país, a los medios de comunicación y a las élites”, destacó.
Populismo de Chávez versus populismo en la Cuarta República. Sociólogos señalan que aunque los gobiernos de la llamada Cuarta República utilizaron el discurso populista, los políticos en este período no se convirtieron en el propio discurso. Es decir, muchos de estos gobernantes no poseían ni el origen, raíces o jerga popular que después empleó Chávez para representar al venezolano común.
La reiteración. Para el ex jefe de Estado, siempre fue importante reiterar sus palabras e ideas al pueblo. La reiteración garantizó que la gente no olvidara lo que él representa y lo que nunca ningún político había simbolizado. Esta estrategia fue clave para la consolidación del chavismo en el transcurrir del tiempo.
La imagen de Simón Bolívar como "cortina de humo"
Hugo Chávez se caracterizaba por su admiración hacia el libertador más grande de Suramérica, presentándolo como su inspiración para el proyecto del país que quiso construir. Sin embargo, Capriles señala este elemento como otra estrategia, una que pretendió despolitizar las intenciones del chavismo. Con el argumento del bolivarianismo, se quiere exhibir a un gobernante que lucha por una supuesta “reivindicación histórica” y no por unos intereses políticos.
La experta señaló que los venezolanos, indistintamente de su ideología política, jamás rechazarían la imagen de Bolívar. Por esto, su exposición sirve como cortina para ocultar los intereses políticos de los líderes del chavismo. Incluso, se pretende adherir el Libertador a su movimiento. Esto genera de manera inconsciente que algunos ciudadanos sientan que “rechazar al chavismo es rechazar las ideas de Bolívar”.
¿Amor o fanatismo?
El fanatismo se entiende como una actitud o actividad que se manifiesta con pasión, en algunos casos desmedida, en defensa de una idea o teoría. El amor se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, resultante de una serie de actitudes, emociones y experiencias.
Piñango consideró que no se podría decir que todos los chavistas actúan por amor hacia Chávez o por mero fanatismo, pues el caso es diferente en cada persona. Sin embargo, según analizó, la mayoría de los activistas oficialistas de a pie actúan por fanatismo.
Para el sociólogo, ninguno de estos dos conceptos es aplicable para los funcionarios de gobierno: ellos actúan por conveniencia, para preservar el cargo que les trae beneficios. “En ese caso, eso es llamado pragmatismo político. Solo buscan evitar consecuencias negativas”.
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Un país altamente polarizado también es legado
“Chávez puede ser comparado con un 'justiciero' que le habla a un solo sector de la población. Los ‘justicieros’ suelen dejar fanáticos a su paso. El sentimiento que generan es mayormente de agradecimiento, de representación”, agregó Piñango.
Enfatizó el descontento que existe entre los adeptos al oficialismo con la gestión de Nicolás Maduro. “A algunos chavistas no les gusta Maduro como presidente, pero lo aceptan porque así lo quiso Chávez, a pesar de conocer los resultados de su gobierno. Eso es fanatismo”, afirmó.
Resaltó, además, la disputa interna que hay actualmente en el chavismo: “Se pelean por quién es más chavista que otro y por quiénes han traicionado el ‘legado de Chávez’ (…) En fin, ellos mismos pelean como fanáticos deportivos por quién es más fiel o menos fiel”.
El enfrentamiento entre venezolanos también forma parte del legado. Chávez dejó un país altamente polarizado. "Él (Hugo Chávez) es responsable de lo que estamos viviendo. Una sociedad intensamente fracturada”, expresó.
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