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domingo, 24 de agosto de 2014

A Maduro lo acusan de parricidio


El chavismo responsabiliza a Nicolás Maduro de destruir en dos años los logros de la revolución. El Presidente perdió 18 puntos de popularidad en dos años. Decisiones económicas erradas generan malestar en las bases socialistas. Sensibilidad ante la crítica militante abre la brecha

Por Raúl Semprún / La Verdad

Tres de cada cuatro venezolanos piensan que el rumbo de la nación apunta al despeñadero. El dato, para desestimar conspiraciones de teclado, es de Hinterlaces, encuestadora estrechamente vinculada con la revolución. A la sazón, el descontento popular no estaría en su techo, pero sí se acercaría a la cúspide por la inocultable crisis económica y política.

En reciente entrevista Oscar Schemel, representante de la firma, le advertía al presidente Nicolás Maduro que ya no tenía margen de tiempo. El voraz cuestionamiento mastica a un grueso número de venezolanos que apostó ciegamente por darle continuidad al proceso de Hugo Chávez.

Con su ideario como escapulario, Nicolás Maduro, con Diosdado Cabello y Rafael Ramírez como rottwailers de sus polémicas decisiones, suma dos años con un cheque en blanco en su poder como potentado principal del llamado Socialismo del Siglo XXI. Y la casa le llueve por dentro, aunque en los discursos públicos traten de disfrazar las balas de flores. Las palabras huecas no llenan neveras. Ahora también están hipotecadas.

Las medidas que Maduro ejecuta, y asoma, para salir del atolladero contradicen el postulado del predecesor. Las críticas abundan en contra del alza (y no ajuste) de las tarifas eléctricas, del aumento en el precio de los alimentos regulados (que nadie regula), de la venta de un activo tan importante para PDVSA como Citgo, del incremento del costo de la gasolina, y lo más reciente, la activación de un sistema de captahuellas para racionar la compra de productos en los supermercados del país.

Se estima que el mandatario nacional habría perdido 18 puntos de popularidad en 24 meses y besaría el fondo abisal pronto si no actúa en lo inmediato en responder a las demandas más puntuales de un pueblo que se quita la venda de a poco. Casos que se encubren sin pudor, como el de los 20 mil millones de dólares entregados por la extinta Cadivi a empresas de maletín, socavan líneas de acción, argumentos, antiguas consignas.

Lo peor para el Presidente es su desaforada respuesta ante la crítica de ideólogos socialistas y dirigentes políticos incondicionales de Hugo Chávez. No acepta línea que lo contraríe. Patea cualquier conseja, desafía, descalifica y persigue. Apertrechado con el testigo heredado, se obnubila, y le echa kerosén a la candela.

Tal es la ceguera, que la página aporrea.com, con foros para pensadores de izquierda, es el portal donde más llueven artículos que piden un golpe de timón, un cambio de rumbo más allá de infértiles renuncias de vicepresidentes y ministros.

Todos coinciden en ensalzar los logros de Hugo Chávez, en 13 años, pese a su innegable e importantísima cuota de responsabilidad en la hecatombe, y señalan a Nicolás como protagonista del caos. Lo culpan, entre otras cosas, de dilapidar lo hecho por su antecesor. Le desnudan el crimen militante. Lo acusan de parricidio.



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